4. Antecedentes y marco teórico conceptual

El abuso de drogas en México es un problema que afecta a toda la sociedad en conjunto, ya que, además de estar relacionado con el incremento de la violencia e inseguridad, también es un problema de salud pública y tiene repercusiones en el ámbito familiar. Siendo la familia, de acuerdo con Carreras A. (2014) el grupo básico más relevante de la sociedad es sumamente preocupante que el consumo de drogas pueda desintegrar los lazos familiares, afectar la crianza de los hijos y generar conflictos internos que debiliten su funcionamiento como unidad de apoyo y protección. Al mismo tiempo que los hijos crecen normalizando este tipo de conductas e incluso adoptándolas desde temprana edad. 

En el 2023, el INEGI, en su Comunicado de Prensa número 374/23 nos da algunos datos interesantes relacionados a la posesión y venta de drogas por menores de edad. En el año 2021 un total de 3260 menores fueron imputados por presuntos delitos de narcomenudeo siendo la principal droga marihuana, seguida por metanfetaminas y en una medida mucho menor, cocaína. En este mismo comunicado se da a conocer que en el 2022 8 de cada 10 menores, que se encontraban privados de su libertad o en medidas externas de sanción, informaron haber consumido algún tipo de droga siendo alcohol, tabaco y marihuana las de mayor prevalencia. 

Las razones que motivan el contacto inicial con las drogas son únicas en cada persona, pero una vez consumidas las sustancias su mismo efecto genera la necesidad emocional y fisiológica de continuar el consumo esto es explicado por el médico Terence T. Gorski (1990) el cual describe 5 fases en el ciclo de las adicciones. 

1. Experimentación 

2. Uso regular 

3. Dependencia 

4. Crisis 

5. Recuperación 

Hay que mencionar que este mismo autor considera las recaídas muy frecuentes durante el proceso de recuperación haciendo que deban invertirse años antes de lograr considerar que el adicto se encuentra completamente recuperado, este proceso no solo implica un gasto económico para la familia sino también un gasto emocional y psicológico considerable. 

No cabe duda de que la prevención de las adicciones, sobre todo en quienes aún se encuentran en desarrollo como los niños y adolescentes, es fundamental para tener comunidades saludables y felices, pero en un país como México, dónde se admira y se glorifica la narco cultura a través de telenovelas, series y películas, música y hasta redes sociales, no es una tarea precisamente sencilla. 

Las razones por las cuales los niños y adolescentes se inclinan por el consumo de sustancias son muy variadas y en algunos casos complejas, sin embargo, algunos autores identifican al entorno familiar como el área ideal desde la cual se puede iniciar la prevención del consumo de drogas. 

Según Klimenko, O et. al. (2018) La familia puede favorecer o desestimular el consumo de drogas. Ya que por su cercanía es capaz de cumplir con la función de regular a sus miembros para seguir ciertas normas. Por su parte, Feito, L. (2019) Recopila una lista de factores familiares implicados en el consumo de sustancias los cuales se comparten a continuación: 

• Estructura y composición familiar. 

• Estatus socioeconómico – familiar. 

• Problemas en las relaciones familiares y clima familiar. 

• Actitudes y conductas familiares hacía el consumo de drogas. 

• Prácticas educativas ejercidas por los padres. 

• Negligencia y abuso. 

• Conflicto marital. 

• Coparentalidad. 

• Comportamiento parental. 

Según Delgado y Barcia (2020): ‘’Para formar familias seguras y felices, se tienen que formar adolescentes seguros y felices’’, y de acuerdo con Carreras, A (2014) se puede afirmar que una familia es funcional si sus miembros se encuentran en un estado de bienestar donde pueden evolucionar según sus necesidades. Entonces, si una buena convivencia familiar parece ser la principal línea de defensa contra las adicciones en niños y adolescentes, de nuevo nos encontramos con otro problema ya que, en México, según los datos compartidos por la Cámara de Diputados, tan solo en el año 2022 hubo 270,546 casos de violencia familiar reportados, quedando el estado de Nuevo León en segundo lugar en casos acumulados, solo por debajo de la ciudad de México.

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